Barrio Delicias de Zaragoza

El barrio de Delicias de Zaragoza data sus orígenes a principios de siglo, aunque hasta los años treinta no será reconocido como tal por el consistorio zaragozano. Las primeras noticias sobre sus inicios se encuentran en los planos de 1908.

En ellos se hace referencia a un núcleo de casas que atraviesan la calle Alfonso XIII (hoy Padre Manjón). Estaba enclavado en el sector de los números pares de la avenida de Madrid, casi en la bifurcación con la carretera de Navarra.

En los primeros años del siglo veinte, la población zaragozana se concentraba aún dentro de los límites que marcaba la muralla medieval. Tan sólo un grupo de casas cercanas a la estación de Madrid y algunos tímidos paseos osaban traspasar las fronteras que imponía la tradicional fisonomía característica de la capital aragonesa.

Historia del Barrio Delicias de Zaragoza

Situado en el área suroccidental de Zaragoza, tres factores determinan el nacimiento del barrio de Delicias: un barrio que surge de forma espontánea para dar cabida a un aluvión de población, obreros en su mayoría, que daban respuesta a los requerimientos del gran desarrollo industrial en ciernes.

En primer lugar, la llegada del ferrocarril proporciona a Zaragoza enlace con Madrid, Barcelona y Bilbao. Por otra parte, la instalación progresiva del gas y la electricidad propicia la puesta en marcha de numerosas industrias. Por último, pieza clave es la remolacha, cuyo cultivo y tratamiento industrial traerán consigo la creación de muchos puestos de trabajo.

Esta gran demanda de empleo encuentra respuesta en la masiva llegada de obreros inmigrantes que, sin embargo, no hallaron dentro de los límites de la ciudad la vivienda que necesitaban con urgencia. Así las cosas, levantaron sus nuevos hogares en las fincas rurales del término de Miralbueno (en principio llamado a ser zona residencial).

Los más avispados burgueses se apresuraron a comprar, parcelar y vender estos terrenos, lo que, además de reportarles beneficios económicos, ocasionó la caótica construcción de viviendas en solares de muy reducido tamaño.

Barrio Delicias de Zaragoza

El barrio Delicias comienza a tomar forma…

En los primeros tiempos, las edificaciones tuvieron un marcado carácter rural. Eran viviendas de una o dos alturas, con espacio destinado a corral y huerto.

A pesar de la anarquía que caracterizó, en buena medida, la ubicación de las viviendas, los caminos ya trazados y las numerosas acequias que regaban la zona fueron determinantes, a la hora de diseñar el esqueleto y los límites del barrio.

Los primeros caminos que estructuran las Delicias son la carretera de Logroño y la de Madrid, el camino de la estación (hoy avenida Clavé) y los de la Mosquetera y el Terminillo. Las acequias han obligado en ocasiones a tomar soluciones arquitectónicas y urbanísticas de cierta dificultad.

Las principales vías de agua de la zona son la acequia de la Romareda (que toma sus aguas del mismo Canal Imperial de Aragón y atraviesa la Ciudad Jardín, Don Pedro de Luna, Sangenis, la carretera de Madrid y la avenida de Navarra, yendo a salir por los terrenos hasta hace poco ocupados por la fábrica de baterías Tudor, la del Portazgo (que arranca de la antigua fábrica de sombreros Tello) y el Canal de la Cabra (que atraviesa el psiquiátrico, la Bombarda y bordea el parque de Delicias).

Según los estudiosos, el núcleo primitivo del barrio se situaba poco después de dejar atrás el palacio de la Aljafería. Estos terrenos fueron arrasados por los franceses durante los asedios a la ciudad y eran tan yermos, que a principios de siglo eran conocidos como el barrio de la Explanada.

Y es precisamente aquí, en sus orígenes, cuando las Delicias comienza a ser consciente de la dificultad que suponía la vía del tren, para conseguir la plena integración en la ciudad. Por su peligrosidad y por el alto número de víctimas que ocasionó, durante mucho tiempo, el cruce de la via del ferrocarril fue conocido como el «paso de la muerte».

Años 30

Allá por los años treinta, los responsables municipales de Zaragoza comprendieron que las Delicias ya no podría nunca desligarse del destino de la ciudad.

Al tiempo comprobaron también que el barrio había crecido desmesuradamente sin orden ni concierto Arquitectos y urbanistas pusieron manos a la obra, no siempre con el mismo éxito, y comenzaron a diseñarse los primeros planes de urbanismo para la zona. Había que dotar al barrio de estructura, equipamientos y servicios, y comunicarlo con el resto de la ciudad.

Se promocionó la construcción de casas baratas y las pequeñas viviendas unifamiliares fueron cediendo terreno a las edificaciones de cuatro alturas, características de los tiempos posteriores al final de la guerra civil española. Casas de ladrillo rojo, lisas y ramplonas, que si llaman la atención por algo es por su extrema simplicidad.

Años 60

En los años sesenta, integrado el barrio plenamente en la ciudad, el «boom» urbanístico dio vivienda a la gran masa poblacional de las Delicias. Son los años dorados de los grandes bloques de diez alturas y manzanas cerradas «todo cemento».

Característica peculiar de estas construcciones en el barrio eran las pequeñas terrazas y galerías, de cara a la calle, que fueron rentabilizadas, casi siempre, como improvisados cuartos de desahogo.

Años 80

La década de los ochenta busca en las Delicias más zonas verdes y de esparcimiento para sus vecinos. El barrio abandonó hace tiempo su configuración baja y alargada y ahora se trata de dar prioridad a bloques altos, pero con espacio en los alrededores destinado a zona verde (Bombarda-Monsalud).

Años 90

A finales de los años 90, las Delicias llega como un barrio de fuertes contrastes cargado de historia y vitalidad.

Como un barrio (el más populoso de Zaragoza) que se ha hecho a si mismo y que tiene ante si el reto de proporcionar a sus vecinos una calidad de vida tal, que haga posible que, en sus calles y plazas, vivir sea realmente una delicia.

Si trazamos una línea imaginaria que parte de la estación de El Portillo, los límites del barrio de Delicias nos llevan por la avenida Clavé, el paseo de Teruel y la avenida de Valencia hasta llegar a la avenida de Gómez Laguna.

Allí enlazamos con la vía Hispanidad hasta la altura de la avenida de Navarra, que se incluye en el barrio sólo en la acera de los números impares.

De la gran avenida llegamos al paso elevado y al Portillo, que enlazaríamos nuevamente con la estación. El palacio de la Aljafería, los números pares de la avenida de Navarra y la calles posteriores quedan administrativamente fuera de barrio de Delicias y forman parte de La Almozara.

El barrio más grande de Zaragoza

Las grandes dimensiones del barrio, doscientas noventa y siete hectáreas, superan el perímetro aconsejado por los expertos para la denominación de barrio. Su gran tamaño convierte también en harto difícil y complicado el diseño homogéneo de la radiografía de toda la zona.

El barrio de Delicias tiene censada una población cercana a los ciento diez mil habitantes, aunque se estima que en realidad viven allí más de ciento sesenta mil personas. La edad media de la población se sitúa en cuarenta y siete años, representando el colectivo de jubilados el treinta por ciento de la población.

Antigua estación de El Portillo

El triángulo que forma la antigua estación de El Portillo con la avenida Clavé, la avenida Madrid en su comienzo y el paso elevado del ferrocarril (calles Borao, Trovador y Fuenterrabia) es hoy por hoy la zona más aislada y desvinculada del barrio. Cuando el ferrocarril llegó a Zaragoza, todas estas calles albergaron las viviendas de los ferroviarios.

Eran calles de gran actividad, repletas de fondas, restaurantes, agencias de transportes y almacenes de mercancías.

La otra zona de este sector disfruta de un mejor momento. Muchas de las antiguas edificaciones han desaparecido, dejando paso a nuevas viviendas, que en la mayoría de los casos disponen de un variado comercio situado en los locales de los bajos.

Entre las calles Vicente Berdusán, Manuel Escoriaza y Santander, se elevan los bloques de ocho alturas del parque Roma; una gran manzana abierta y triangular con gran densidad de población y edificación uniforme.

En esta zona hay niveles de circulación para peatones y tráfico rodado, espacio para juegos y paseos, grandes comercios y galerías.

Algunas manzanas, repletas en otro tiempo de pequeñas parcelas y chalés, incluso han sido arrasadas para proporcionar al sector calles más anchas y vías más acordes con las necesidades del tráfico actual.

Otras calles, próximas al antiguo hospital oncológico y la fábrica de cartonajes, albergan edificios de cuatro alturas de nueva factura y, sobre todo, construcciones de gran altura a manzana cerrada, con patios interiores tranquilos aunque de dimensiones reducidas (Tenor Gayarre, Sarasate, Blanca de Navarra y Navas de Tolosa).

Recorriendo el Barrio Delicias

Esta zona del barrio se aproxima paulatinamente a las parcelas del primitivo Delicias y podemos delimitarla al norte con la avenida Madrid, al sur con Duquesa Villahermosa y el barrio de Salamanca y al este con Vicente Berdusán.

El límite oeste es más impreciso, si bien ciertamente el cogollo del barrio de Delicias ofrece un mayor volumen de comercio, mayores niveles de población y un nivel socioeconómico algo más alto, factores éstos, que pueden ayudarnos en el momento de trazar esta pequeña frontera.

Calles como Eslava, Monterde, Izuzquiza, Oriente o el propio camino de la Mosquetera conservan todavía viviendas anteriores a la guerra civil española, parcelas pequeñas con planta baja y planta o sólo planta baja que cuentan además con un pequeño espacio para huerto o jardín.

La proporción de casas de este tipo es más abundante en la parte oriental de la zona, en donde proliferan, de cuando en cuando, manzanas irregulares, calles con quiebros y recovecos, con los que a principios de siglo se salvaron caminos y acequias.

El resto presenta una morfología más regular y estructurada. Aquí se han renovado durante los últimos veinte años gran parte de las viviendas, con el consiguiente aumento de población y actividad comercial.

Calle Unceta

La principal vía es la calle Unceta. Ancha, regular y recta, soporta gran densidad de tráfico. Estudios recientes sitúan en la esquina de la calle Unceta con la avenida Madrid uno de los niveles de ruido mayores de la ciudad. La calle Unceta tiene tres carriles de una sola dirección de tráfico rodado y parte de la calle Duquesa Villahermosa.

En esa misma esquina podemos encontrar a un lado el edificio más alto de la calle con diez alturas у al otro, el colegio religioso de las Josefinas, de grandes dimensiones y construido totalmente en ladrillo rojo.

Iglesia de San Valero

En esa misma acera, pero un poco más abajo, haciendo esquina con la calle Graus, está la iglesia de San Valero. Ésta fue la primera iglesia del barrio y en ella se celebró misa por primera vez el 27 de enero de 1947. Esta parroquia, promotora de no pocas actividades sociales en el barrio, guarda en su interior parte de la sillería del coro de la ya desaparecida iglesia de San Pedro y San Pablo.

Unceta, Sangenis, Don Pedro de Luna y Capitán Pina parten desde Duquesa Villahermosa en un plano más elevado del terreno y sortean esta terraza con una pendiente suave, que desemboca en la avenida Madrid, poco antes de llegar a la plaza de Huesca.

Otra terraza (esta de mayor desnivel), que ha tenido que superarse urbanísticamente, se sitúa en la calle Don Pedro de Luna, a la altura de la calle Graus. Aquí, en la calle Graus, se combinan viviendas nuevas (algunas de cierta altura) con antiguas casas de una planta y solares pendientes de obra.

Capitán Pina, Don Pedro de Luna y Sangenis, cercanas a la calle Delicias, registran algunos de los niveles de concentración comercial más altos de la ciudad.

Pequeños locales, talleres de coche, tiendas de alimentación y, sobre todo, bares son tan abundantes, que prácticamente se tocan «pared con pared». Aquí, en Don Pedro de Luna, es dificilísimo aparcar, pero facilísimo degustar exquisitas gambas, anchoas у revueltos.

Delicias – Avenida Madrid

En este sector se engloba la mayor parte del populoso barrio, un gran rectángulo, que parte de la calle Delicias y continúa por Duquesa Villahermosa y la avenida de Madrid, hasta alcanzar por ambos lados la vía Univérsitas.

Aquí se sitúan los orígenes de las Delicias, las primeras parcelas, los primeros callejones y los recuerdos de un buen número de jóvenes inmigrantes, jubilados hoy, que a lo largo de toda una vida han visto crecer y cambiar al barrio.

La densidad comercial que aquí se concentra no es superada por ningún otro barrio zaragozano. Se puede comprar de todo, aunque hoy por hoy resulte un poco más difícil ir al cine (los cines Madrid y Delicias desaparecieron hace ya algunos años) o pasear por una zona ajardinada o con árboles.

Comercio del barrio Delicias

En el comercio se encuentra una cierta especialización. Todas las calles están salpicadas de pequeños talleres industriales, sobre todo referidos al sector del automóvil, y es difícil atravesar una vía en la que no haya una tienda de muebles.

La alimentación y la ropa, sobre todo la piel, también son características de la zona. Los escaparates están siempre repletos de género y no son pocas las tiendas con prestigio del centro de la ciudad que instalan en Delicias sucursales.

Las calles que se sitúan en el plano oriental son perfecta mente regulares y las viviendas, aunque queda alguna de más de cuarenta años, suelen ser de construcción reciente.

La renovación de edificios ha comenzado por la calle Delicias y los primeros tramos de sus adyacentes (Borja, Daroca, etc.), lo que ha propiciado que las casas más antiguas rodeen circularmente a las nuevas.

Además de la recién peatonalizada calle Delicias, la otra gran arteria de la zona es la avenida de Madrid. Como vía de escape de la ciudad, durante muchos años ha soportado grandes dosis de tráfico, ruido y polución.

Hay reservado uno de sus carriles para uso exclusivo del autobús urbano y con una fisonomía más agradable que la de antaño, presenta dos tramos diferenciados.

El primero de ellos coincide con el comienzo de la avenida, en la confluencia con la avenida de Navarra. Repleta hoy de sucursales bancarias, como consecuencia de la actividad comercial, en esta parte de las Delicias se instalaron las primeras oficinas del barrio, a principios de siglo.

A la entrada de la avenida funcionaba la urbana número 1 del Banco Zaragozano y en 1948, en los antiguos locales del bar Pimpinela, en el 171, se instaló la Caja de Ahorros (hoy Ibercaja).

La acera de los números impares siempre tuvo más vida, porque se pobló antes. El primer tramo de la avenida es de construcción más antigua y casi todos los edificios, con más de cuarenta años, no sobrepasan las dos o tres alturas.

Uno de los primeros colegios del barrio, el colegio Calvete, abrió sus puertas de la avenida Madrid a cientos de escolares. Estaba en la primera manzana, después de la calle Unceta, algo antes que la farmacia Falcó, uno de los primeros comercios del barrio que todavía sigue funcionando.

El tranvía que circulaba por la avenida de Madrid unía este barrio obrero con el resto de la ciudad. La primera línea en llegar fue la número 3, costaba 15 céntimos y debía salvar la via del tren, para llegar desde el Portillo hasta la plaza de Huesca.

Y es precisamente la antigua plaza Rocasolano la que delimita el inicio del segundo tramo de la avenida de Madrid.

La calle Torres Quevedo está vigilada estrechamente por los efectivos de la Policía Nacional, que trabajan en el edificio que hace esquina con Campoamor. Esta calle une la plaza de Huesca con la avenida de Navarra y corta en dos partes iguales los semicirculos que conforman las calles Campoamor y Zapata, detrás de la plaza.

Por estas dos calles daban la vuelta los tranvías de regreso al centro de la ciudad y, en cada trayecto, los viajeros admiraban dos bonitos chalés propiedad de dos adineradas familias zaragozanas.

Una de las versiones que se apuntan, para explicar el nombre de Delicias, considera que los ciudadanos decidieron este nombre a fuerza de contemplar estos bonitos chalés.

Excepto la calle Lastanosa, todas las vías que parten de la plaza de Huesca confluyen en la calle de San Antonio Abad, que tiene una de sus salidas en la calle Rioja, más o menos a la altura de la entrada al parque de las Delicias (antiguo Castillo Palomar).

A la continuación de la calle Rioja, la via Universitas, llega la acera de los impares de este segundo tramo de la avenida de Madrid, Aquí las casas se construyeron en su mayoría en los años sesenta. Son grandes blogues de cemento de ocho y diez alturas con equipamiento y comodidades a nivel básico.

La mayoría de las casas disponen de pequeñas galerías y terrazas, algunas de ellas cubiertas, en las que es fácil observar la colada tendida, la bicicleta del niño y la bombona del butano.

Haciendo esquina con la via Universitas funcionaba hace años el Patín-Baile, un salón de más de 1.000 m., donde no pocos vecinos disfrutaban los fines de semana. Después, el local se arrendó a la comisión de fiestas del barrio, que celebró en sus instalaciones incluso carreras ciclistas. Hoy estos terrenos los ocupa un enorme edificio de Telefónica.

Bombarda-Monsalud y el parque de las Delicias

Esta zona de las Delicias es quizá la que más cambios ha sufrido en los últimos años, ya que ni la Bombarda estaba ocupada y edificada, ni el parque tenia tal carácter. Ni siquiera hace 45 años estaban edificados muchos de los gran des bloques de diez alturas, que jalonan la avenida Navarra en su tramo impar, el único que pertenece al barrio de Delicias.

Un nivel mucho menor de comercio y bastantes talleres de automóviles y agencias de transportes van salpicando los nones de la avenida de Navarra hasta el parque de las Delicias, que se alza en la calle Rioja, aprovechando una elevación del terreno.

El resto de los distintos componentes de la zona aparecen claramente diferenciados. El parque de las Delicias es la única zona verde y de recreo de que dispone todo el barrio de Delicias, poblado por más de cien mil personas.

A expensas de lo que pueda suceder en los terrenos del psiquiátrico, este pulmón verde, enclavado en parte de los terrenos del antiguo Castillo Palomar, es a todas luces insuficiente.

Dos colegios públicos y una guarderia absorben buena parte del potencial estudiantil correspondiente a la calle Rioja, la urbanización Monsalud y Bombarda, la colonia Tudor y el grupo de viviendas de la Caja de Ahorros.

La Bombarda es el sector de esta zona más diferenciado del resto por distintos factores. Sus edificios son los más recientes y, a pesar de no ser idénticos, se han realizado al mismo tiempo, por la misma promotora e incluso utilizando los mismos materiales.

En esta parte del barrio se da el nivel de edad más bajo. Aquí la población es muy joven (24 años) y la cualificación profesional es más o menos semejante y algo superior al resto del bamio. Se trata en su mayoría de matrimonios jóvenes con nihos pequeños, que compraron la vivienda antes de casarse.

La disposición de las viviendas se caracteriza por la altura de los bloques, que destinan pequeñas zonas a su alrededor para servicios y zona verde. Ningún obstáculo les protege del cierzo, del que padecen sus rigores. Un centro de salud, y otra parcela, que limita con la vía Hispanidad, son los únicos terrenos rasos de la zona.

El final de la avenida de Madrid (que termina en los Enlaces), la urbanización Monsalud (más cercana al parque de las Delicias), la colonia Tudor (edificada para las farnilias de los obreros de la factoría) y las casas construidas por la Caja de Ahorros constituyen el resto de este sector del barrio.

De la calle Barcelona a la Bozada

La zona comprendida entre la avenida de Madrid, la via Hispanidad, Duquesa Villahermosa y la calle Barcelona incluye las casi treinta hectáreas de terreno ocupadas por el psiquiátrico Nuestra Señora del Pilar, dependiente del Gobierno de Aragón.

Iniciamos nuestro particular paseo por la calle Barcelona, que parte del final de la avenida de Madrid y muere en la vía Hispanidad, a la altura del grupo de viviendas Alférez Rojas. Por sus orígenes y configuración este núcleo de viviendas puede diferenciarse incluso del resto del barrio de Delicias.

Estas casas fueron construidas en 1957, dentro del grupo de viviendas promovidas por la Obra Sindical del Hogar. Son bloques austeros de cinco alturas con espacios interiores aceptables y vegetación arbórea.

Estas viviendas surgieron antes de la época del auge industrial en la ciudad y acusan el paso de los años. En la mayoría de los casos, permanecen en las casas los padres que llegaron con sus hijos, en tanto que éstos se han instalado en otras zonas.

En el resto de la zona y dependiendo de la altura de los terrenos, se alternan las construcciones bajas de vieja factura con los grandes bloques a manzana cerrada. Tampoco en esta aparte del barrio hay zonas verdes y, como en otros enclaves, el comercio es abundante y variado.

Una de las calles más comerciales de las Delicias, Andrés Vicente, pertenece a este sector.

Paralelas a ésta, aparecen Galán Bergua y Roger de Flor, que confluyen en la Glorieta de Entenza Berenguer, una explanada de cemento a dos alturas poblada de bancos, que ancianos y niños suelen ocupar al mediodía.

Tras la glorieta y dejando atrás un par de colegios, podemos acceder a la calle Delicias por Barcelona o encaminarnos a Duquesa Villahermosa, por la calle Sigüés. Es ésta una vía estrecha y cuesta arriba, una de cuyas aceras está bordeada por la tapia del psiquiátrico.

Poco puede curiosearse el sanatorio desde este paseo, ya que los árboles impiden adivinar más allá de la parte alta de los edificios.

Al llegar arriba, una gran explanada parece marcar de nuevo la distancia entre el psiquiátrico y los modernos edificios de esta parte de Duquesa Villahermosa.

Desde aquí y hasta la avenida de Gómez Laguna, encontramos el barrio de La Bozada, con cierto carácter rural, que contrasta bruscamente con los bloques elevados a gran altura de reciente creación. Es ésta una zona heterogénea, que marca también las lindes del barrio de Delicias.

Contrasta también el tipo de población: mientras en la zona nueva los habitantes tienen características totalmente urbanas, generalmente en La Bozada, los inquilinos son gentes venidas de los pueblos. Las casas de una o dos alturas destinan un lugar para huerto y corral. Son casas sencillas, similares a las de un pueblo, que con el tiempo están destinadas a desaparecer.